sábado, 6 de octubre de 2007

TRANSFORMAR EL MUNDO SIN TOMAR EL PODER

COOPERATIVISMO UN MODO DE VIDA

“CAMBIAR EL MUNDO SIN TOMAR EL PODER”

El cooperativista Macario Castillo, guerrillero en los años 60 de Venezuela, al descubrir la opción política que significa el movimiento cooperativo, acuñó una frase que resume un pensamiento profundo: “ir construyendo en pequeño la sociedad por la que luchamos en grande”. Macario nos plantea una visión estratégica, un modo de vida propio, que se nos propone a los mucho más de mil millones de cooperativistas del mundo y a todos los que participamos en los procesos de la Economía de Solidaridad. Nos propone una opción política y social, un modo de vida no de pendiente de otras concepciones y modos de vida.

El cooperativismo italiano integra unos 50 millones de ciudadanos. En él destacan dos organismos de integración: La Liga Cooperativa, que representa unos 10 millones de personas y se relaciona con el Partido Comunista italiano y la Confederación de Cooperativas, que también representa una gran fuerza cooperativa y que se vincula a la Democracia Cristiana. El hecho nos recuerda a movimientos sindicales, vecinales, gremiales que se inscriben y subordinan a fuerzas políticas. Esos movimientos sociales se inscriben y someten a organizaciones que tienen sus propios modos de vida. Modos de vida que son coherentes con su estrategia fundamental: para cambiar al mundo se debe tomar el poder.

NO PUEDE CONSTRUIRSE UNA NUEVA SOCIEDAD SINO DESDE EL PODER

No puede construirse una nueva sociedad sino desde el poder. Ese es el planteamiento de muchas fuerzas políticas a la que se subordinan muchos movimientos sociales. Para esas fuerzas la energía, los esfuerzos personales y colectivos deben colocarse en la lucha por ser poder, para desde ahí transformar la sociedad.

Para esos partidos y movimientos políticos, las cooperativas, sindicatos y otras organizaciones de la comunidad no son sino herramientas para el objetivo de tomar el poder político. En el lenguaje de los "dirigentes" de esas organizaciones políticas se manifiesta esa concepción cuando oímos frecuentemente frases como: "tenemos quinientos sindicatos", "dominamos mil consejos comunales", "controlamos diez mil cooperativas". Frases que además de ser una ofensa para “los controlados” reflejan el sentido de utilización que se hace de esas organizaciones.

También reflejan la debilidad de la visión propia, del modo de vida autónomo de esos movimientos sociales, por lo que aceptan subordinarse a otros modos de vida, que sienten más consistentes que los propios, sean estos religiosos, ideológicos o políticos. Especialmente se subordinan a organizaciones políticas que se sustentan en un razonamiento básico: para transformar el mundo hay que tomar el poder.

¿CAMBIAR EL MUNDO TOMANDO EL PODER?

Pero ¿Se puede transformar el mundo tomando el poder? Para muchos la respuesta es obvia. ! ! Claro que se puede! La pregunta hasta les puede sonar sin sentido. ¿Cómo se podría cambiar las relaciones sociales sin un poder fuerte que imponga los cambios? Si no es ejerciendo el poder ¿aceptarán los poderosos ceder sus privilegios? ¿Acaso no es importante cambiar las leyes? ¿No justifica todo eso que las organizaciones sociales se subordinen a ese objetivo primordial de tomar el poder?

¿QUE NOS DICE LA HISTORIA?

La historia, relativamente reciente nos da algunas lecciones. Todos estaremos de acuerdo en que el sistema capitalista predomina en nuestro planeta, y que es un poder real. Ese poder domina naciones y pueblos e impregna de sus valores a las sociedades. Ha impuesto un modo de vida.
Lo que nos resultará difícil de recordar es el momento en que algún movimiento político tomó el poder e impuso el capitalismo en el mundo o en cada país. No es fácil recordar cuándo un gobierno decretó que los nuevos valores que deben regir en la sociedad son los de la competencia, el consumismo y el individualismo. No recordamos el poder político que implantó a las transnacionales.

No lo recordamos, porque eso no pasó. Más bien recordamos que los gobiernos fueron modelados por la existencia de fuertes procesos, cultura y hechos capitalistas que ya se habían convertido en un poder real en la sociedad.

El paso en Europa del feudalismo al capitalismo es un buen ejemplo. Conviviendo con los feudos, en minoría, también existían unos “buhoneros” que se dedicaban al comercio. Dos ideologías estaban presentes: La que garantizaba el funcionamiento del feudo, de autoridad, de servilismo, de producción para el consumo, de vida estable, de religión que valoraba la pobreza y planteaba las recompensas en la otra vida.

Por otra parte la ideología de los “buhoneros” que se adecuaba al intercambio: libertad, independencia, ganancia, premio en esta vida. Cuando, por diferentes procesos sociales (apertura del comercio, desarrollo de las ciudades) los “buhoneros” pasaron a ser la principal fuerza social, se sucedieron cambios trascendentales como el predominio de la idea de la libertad que se manifestaba en lo religioso, en lo económico y en lo social. La riqueza se vio como premio divino. La iniciativa individual se valoraba socialmente.

La fuerza social cambió la estructura política. El mundo se transformó capitalistamente sin que la vía para que eso sucediese fuese la toma del poder político por los que pensaban que esa era la mejor opción para la sociedad. El poder político resultó transformado por una sociedad en la que fueron prevaleciendo relaciones, valores y modos de vida propias de eso que llamamos capitalismo.

Un poder social transformó al poder político. Todo lo contrario de lo propuesto por muchas fuerzas políticas que mantienen el planteamiento de que para transformar la sociedad primero se debe tomar el poder.

REVISAR EL PARADIGMA DE LA TOMA DEL PODER

La constatación de que ha habido transformaciones y cambios profundos en nuestras sociedades que no han provenido del poder político que se impone, sino que han devenido de otros procesos económicos, tecnológicos, culturales y espirituales, nos obliga a revisar el paradigma de la toma del poder.

¿Será posible imponer valores de solidaridad, honestidad, participación? ¿No es profundamente contradictorio pretender imponer nuestra visión de sociedad participativa al resto de la comunidad? Los métodos que se utilizan con frecuencia para tomar el poder político y para ejercerlo ¿no son en esencia excluyentes? ¿Acaso se podrá excluir para incluir? ¿Dominar para generar participación? ¿Imponer sociedades que busquen el consenso? ¿Construir economía de solidaridad desde modelos de capitalismo de estado? ¿Construir sociedades autodeterminadas, autogestionarias con centralización del poder?

Las respuestas a esas preguntas nos llevan a reflexionar sobre el tipo de sociedad por la que luchamos y cómo promoverla. Sin duda que una sociedad jerarquizada puede ser construida mediante fuerzas autoritarias y verticales. Una sociedad controlada puede ser impulsada con dominación. Pero una sociedad de autodeterminación, de autogestión, una sociedad con economía de solidaridad tiene que desarrollarse partiendo de procesos ajenos a la imposición, construyendo la nueva sociedad con participación de todos.

LAS SOCIEDADES CAMBIAN AL PODER

¿La experiencia histórica y nuestra vida no nos dicen que el estado, el gobierno está condicionado por todas las relaciones, la cultura y las fuerzas de la sociedad en donde está? El Estado como nodo, como punto de encuentro de muchas redes sociales, puede sin duda influir en toda la sociedad. Pero está realidad no nos puede hacer perder la perspectiva de que con mucha más fuerza las relaciones reales, la cultura existente, los valores, las organizaciones, el modo de producir que prevalece condiciona, determina y limita a ese estado o gobierno.

También la experiencia histórica nos muestra que sólo con la toma del poder político no ha sido posible una plena y coherente transformación hacia los objetivos que se plantean.

Nuestro vecino, Guyana, después de una toma del poder político, aprobó una constitución bajo el título de República Cooperativa de Guyana. Declara en ella la creación de una sociedad cooperativa. Después de 36 años de esa declaración el cooperativismo tiene poca existencia real en ese país. Otras sociedades que desde el poder político declararon procesos socialistas, después de años se encontraron llenos de burocratismo y formas de gestión social y de producción que poco podían diferenciarse de las propias de las sociedades jerárquicas y capitalistas.
Los procesos de transformación profunda, de auténticas revoluciones, se van dando en los procesos sociales, generando fuerzas que están en sintonía con aspiraciones espirituales, materiales, organizacionales y tecnológicas. El estado está ahí, en medio de esas corrientes.
Cuando desde el estado se busca la transformación profunda de la sociedad, se debe propiciar y ser coherente con fuerzas reales importantes de la sociedad que estén construyendo nuevos modos de vida, llamémoslo de Solidaridad, de autodeterminación, de participación. Pero sin duda lo fundamental es que efectivamente vaya creciendo la nueva sociedad como realidad importante en la economía, en los procesos de organización social y en la cultura. Que la Solidaridad crezca como fuerza incontenible, no porque se imponga a otros, sino porque es aceptada por la sociedad, porque es coherente con los cambios tecnológicos, organizacionales y sociales, porque llena aspiraciones profundas de carácter ético y espiritual.

EL MOMENTO DE LA SOLIDARIDAD

Los que no soportamos un planeta lleno de injusticias donde para citar un solo dato, casi la mitad del mundo sobrevive con menos de cuatro mil bolívares diarios; los que asumimos el compromiso de vida de aportar en la construcción de una nueva sociedad tenemos la obligación de no equivocar los caminos de transformación y revolución. No podemos canalizar toda nuestra energía en forma contradictoria, organizando partidos excluyentes para tomar un poder político que pretenda imponer nuestra verdad. No prolonguemos así el sufrimiento y las injusticias. No alejemos la felicidad de todos marcando derroteros equivocados.

La sociedad del conocimiento, la revolución en las comunicaciones y la información, otros cambios espirituales y tecnológicos, están facilitando el desarrollo de las formas asociativas de gestión y desarrollo económico en diferentes modalidades y alcances. La transformación de las grandes empresas en el postcapitalismo, cada vez más se orienta a empoderar a sus equipos de trabajo, a fortalecer el trabajo grupal y asociativo. En el nivel comunitario casi mil millones de cooperativistas están incorporados en la Alianza Cooperativa Internacional, organización que sin embargo no agrupa a más del 50% de las organizaciones cooperativas del mundo, lo que es reflejo de un crecimiento inusitado de éstas y de otras formas alternativas de organización económica sustentadas en la Solidaridad y en procesos asociativos. Sociedades que ocupan los primeros lugares en el índice de desarrollo humano, como Noruega y Suecia tienen un componente sumamente importante de economía cooperativa y asociativa.

Por otra parte la incapacidad del sistema dominante para desarrollarse con equidad, por su lógica excluyente, impulsa a millones de personas a enfrentar la vida apelando a los valores familiares, tribales, de reciprocidad y solidarios presentes en las culturas previas sobre las que se han sobrepuesto concepciones que gravitan en el individualismo y en la acumulación individual. Esos millones de ciudadanos encuentran en la asociatividad una manera de construir sociedad, economía y cultura apoyados en valores éticos y cosmovisiones alejadas del modo dominante de ver el mundo.

La ola de la asociatividad está creciendo y sobre ella se abre un campo inmenso de construcción masiva de nuevas relaciones sociales que están incidiendo sobre la sociedad en su conjunto.


UN MODO DE VIDA: IR CONSTRUYENDO, AQUÍ Y AHORA, DESDE NOSOTROS, LA SOCIEDAD POR LA QUE LUCHAMOS.

“Ir construyendo en pequeño la sociedad por la que luchamos en grande”. En la cooperativa Gestión Participativa desarrollamos la frase de nuestro asociado fallecido Macario Castillo así: “Ir construyendo aquí y ahora, desde nosotros, la sociedad por la que luchamos” Esa frase nos habla de un modo de vida. Vivir ahora una nueva manera de hacer economía como la que quisiéramos en la nueva sociedad. Vivir ahora formas de organización llenas de responsabilidad, participación y ejecución colectiva. Vivir ahora con una cultura llena de valores de solidaridad.
Es un modo de vida en un momento histórico en donde los procesos asociativos reciben el viento de la historia. Es un modo de vida, llamémoslo de solidaridad, que abarca la vida toda:
En lo económico:

Es afincarse en uno de los factores productivos, llamado por Luis Razeto, el Factor C. Además de los otros factores que participan en los hechos económicos, el Factor C es el elemento sinérgico que potencia la producción y la productividad por la cohesión de la gente que participa en la organización. Es la cooperación, la comunidad de trabajo, la comunicación, la confianza, el compartir, el compañerismo, el compromiso, todas palabras que empiezan por C y que son una realidad en cualquier empresa y el factor más importante y la clave de la nueva economía de solidaridad. Es vivir nuevas relaciones de producción en donde el trabajo asociado, el trabajo solidario demuestra su superioridad frente al esquema de trabajo subordinado a patronos y al trabajo aislado de los trabajadores por cuenta propia.

En la organización social:

Es ir construyendo una sociedad sin jerarquías, sin convertirnos en irresponsables, delegando nuestras responsabilidades de construir procesos sociales, en presidentes, juntas directivas, autoridades de diversa índole, convirtiéndonos en sujetos pasivos en nuestras organizaciones y en la sociedad en su conjunto. Por el contrario es construir organizaciones basadas en la corresponsabilidad y la ejecución colectiva en el ámbito de la Economía de Solidaridad. Es la auténtica democracia participativa.

En lo cultural y espiritual:

Es llenar nuestra vida de los valores de la Solidaridad, la Cooperación. Llenar nuestra vida personal, familiar y comunitaria en coherencia con los valores de la sociedad por la cual luchamos. Llenar nuestra vida económica del Factor C. Nuestro trabajo realizarlo en comunidades solidarias. En la organización social impulsar procesos de compromiso con autogestión y participación

CAMBIAR EL MUNDO SIN TOMAR EL PODER

Esta frase del mundo zapatista nos habla de cambiar el mundo pero no mediante un tipo de poder que es dominación e imposición. Es cambiar el mundo mediante la construcción de realidades poderosas de nuevas relaciones sociales que vayan creciendo, constituyéndose en fuerza social y mostrándonos a todos, no sólo en teoría, sino también en la práctica, que otra sociedad es posible. Es cambiar el mundo con la fuerza de un tsunami que logrará que lo público, el poder político, también se llene de ese contenido. Esas realidades son las propias de la Solidaridad. Es la Economía de Solidaridad. Es la organización de la sociedad en forma solidaria y participativa. Es la cultura de la solidaridad. Los que queremos estar comprometido con ese cambio no tenemos que esperar a que algún día se tome el poder para iniciar la transformación. Es aquí y ahora, desde nosotros que podremos participar en la construcción de esa gran fuerza de solidaridad. Es el modo de vida de la solidaridad.

Luis Alfredo Delgado Bello luisdelgado@cantv.net

jueves, 27 de septiembre de 2007

BANQUEROS LUCHANDO CONTRA LA POBREZA

En este breve artículo se presenta el modelo de un banco, del llamado tercer sector de la economía: el de la participación. El Banco de Bangladesh es considerado un instrumento financiero en la lucha de la erradicación de la pobreza, en un contexto de participación banco-cliente.

BANQUEROS LUCHANDO

CONTRA LA POBREZA

Existe un gran Banco, con casi dos millones de clientes, cuyo enfoque central es el de la lucha contra la pobreza. Cada préstamo que otorga no supera los 120 mil bolívares y sin embargo ha prestado más de 500 mil millardos de bolívares y sólo tiene un 2% de morosidad.

En ese Banco la pobreza no se entiende sólo como un problema de ingresos o de empleo. El simple ingreso o el empleo podrían insertar a la gente en una mayor pobreza; en la pobreza del trabajo dependiente o individualista y en la pobreza del ingreso no alcanzado con esfuerzo propio. La pobreza es algo mucho más profundo: Una enfermedad de toda la sociedad, y en este Banco afirman y demuestran que la pobreza puede enfrentarse y erradicarse.

En las paredes de las 1200 sucursales del Banco encontramos una especie de decálogo, de obligatorio conocimiento y cumplimiento por todos los que obtienen créditos. ¿Qué le parecería amigo, encontrar los siguientes principios en el banco que Ud. más visita?

1. No viviremos en casas arruinadas. Repararemos nuestras casas y trataremos de construir casas nuevas en cuanto nos sea posible.

2. Planificaremos familias pequeñas. Minimizaremos nuestros gastos. Mantendremos buena nuestra salud.

3. Educaremos a nuestros hijos y nos aseguraremos de poder financiar su educación.

4. No impondremos injusticias a nadie y no le permitiremos a nadie que nos haga injusticias.

5. Colectivamente emprenderemos más inversiones para crear ingresos más altos.

6. Siempre estaremos listos para ayudar a los demás. Si cualquier persona tiene problemas la ayudaremos.

7. Haremos permanentemente ejercicio. Participaremos colectivamente en actividades sociales.

8. ...

Para poder obtener crédito, además de compartir estos y otros principios de similar inspiración, cada persona deberá integrarse en algún grupo de vecinos no mayor de 5. El grupo analizará las necesidades y solicitudes de sus integrantes y de la comunidad y será garante de todo crédito entregado por el banco a cualquiera de sus miembros o a una empresa colectiva.

El grupo deberá constituir un fondo común con el 5% de todos los préstamos recibidos. En la práctica se convierte en un fondo de capitalización en el banco y fuente para nuevos préstamos a los integrantes del grupo. También crearán un fondo de emergencia para cubrir accidentes de los integrantes y de otros grupos participantes.

Si los grupos no cumplen con los pagos y contravienen el reglamento aprobado, deben separarse y por consiguiente perder este instrumento financiero.

¿Quiénes son estos Banqueros tan originales? ¿Cuánto o qué ganan con esto? ¿Cómo se llama ese Banco? ¿Dónde está? ¿Cómo está organizado?

Los Banqueros son los mismos 2 millones de clientes organizados en unos 400 mil grupos de 5 personas. Ellos poseen más del 75% de las acciones del Banco. Es su propio instrumento financiero para enfrentar su situación humana y construir una vida nueva. Es un instrumento de su proceso de transformación cultural, de su desarrollo económico y de su organización social.

El Banco es el BANCO GRAMEEN de Bangladesh. Ellos describen su organización como una federación de círculos, donde cada pequeño círculo conserva su independencia dentro de un círculo mayor que lo abarca y lo determina. Los círculos básicos son los grupos de cinco personas, a los que les siguen centros, que integran varios grupos. Después siguen sucursales y otros círculos, hasta llegar al círculo mayor que es la totalidad del banco.

El BANCO GRAMEEN tiene cerca de 20.000 empleados y los equivalentes a nuestros gerentes son llamados maestros. Palabra símbolo de una manera de entender la gestión participativa. Los empleados provienen, en su mayoría, de la misma organización y se forman en ella. Los maestros contribuyen y guían ese proceso formativo.

El BANCO GRAMEEN es un banco del tercer sector económico, el de la participación. No es un banco estatal, aunque fue apoyado inicialmente por el sector gubernamental que aún participa con un 25% del capital. No es un banco del sector de la economía cuyo motor es la rentabilidad de la inversión, aunque sí actúa en coordinación con ese tipo de negocios. Es un banco de comunidades que se guían por el interés de construir soluciones en cooperación con la acción de sus propios usuarios, sus trabajadores y la comunidad en donde está enraizado. Es un banco de la opción comunitaria en la economía.

GRAMEEN nos plantea una opción como instrumento financiero de la lucha por erradicar la pobreza. Pobreza que se puede superar cuando el protagonismo de la transformación está en las propias comunidades.

Copiar la metodología del banco, sin incorporar su esencia participativa y de gestión, para hacer negocio con los pobres porque “ellos si pagan”, sin duda traerá beneficios, porque más personas tendrán acceso al crédito y a otros servicios financieros, pero los pobres no pasaran de ser simple objeto pasivo del negocio y no constructores de su opción transformadora. La pobreza seguirá.

Copiar desde alguna estructura del Estado el “método”, sin que sea asumido por la gente, sería impulsar un nuevo tipo de paternalismo.

El modelo GRAMEEN, como un todo, es una opción, un ejemplo para ser asumido por las comunidades. Su proceso debe ser analizado por las organizaciones comunitarias de financiamiento como las cooperativas, cajas de ahorro y los llamados bancos comunales y de la mujer. Los grupos solidarios, como se le llama a esta metodología inspirada en GRAMEEN, pero reconstruida en nuestra realidad, pueden ser una gran opción para repotenciar el sector financiero comunitario.

La erradicación de la pobreza, no será posible sin un crecimiento económico impulsado por las comunidades. Será posible con una economía poderosa que se gestione con participación comunitaria; con una economía que genere transformación cultural y que nos muestre una nueva sociedad solidaria. GRAMEEN nos muestra parte del camino.

Luis Delgado Bello

luisdelgado@cantv.net


¿LOS TRABAJADORES COMO PATRONOS?

¿LOS TRABAJADORES COMO PATRONOS?
¿Qué cambia si los trabajadores nos convertimos en patronos? Si la cogestión la entendiésemos como el simple hecho de convertirnos, los trabajadores, en accionistas de la empresa, con poder de decisión sobre la selección de gerentes o ejecutivos, pero manteniendo la lógica esencial de una empresa de capital, nos tendríamos que preguntar qué es lo que realmente va a cambiar. ¿El trabajador común dejará de ser un objeto utilizado por la empresa? ¿La empresa dejará, en su vida diaria, de ser una organización vertical y jerárquica manejada por cúpulas, con órdenes, con cadenas de mando, sin participación en la gestión? ¿Cambiarán los sistemas de remuneración, las escalas, las diferencias entre los que más ganan y los que menos ganan? ¿Mejorará la productividad? ¿Se dará la democracia participativa o simplemente la representativa en la empresa? Seguirá siendo la misma empresa, pero ahora somos nosotros parte del poder?
Cuando un tigre va a pelear con un caimán no puede equivocarse buscando al caimán en el río. Ahí será devorado. Tiene que traerlo a su terreno para poder vencerlo.
La cogestión no puede ser la cogestión de empresas capitalistas. El Tigre metido en el río. El trabajador convalidando, promoviendo e interiorizando la cultura y los mecanismos de las empresas de capital.
La cogestión tiene que ser una transformación profunda de la empresa. Una Alianza entre el capital público o privado con el factor trabajo organizado en entidades de la economía social. Un pacto donde la empresa sea llevada por ambos factores en una relación en donde ambos ganen en proporción o en relación con la productividad de la empresa.
Tenemos ejemplos exitosos venezolanos. Una empresa fabricante y proveedor de válvulas a PDVSA, MAPRINCA, premiada como el mejor proveedor del año por la industria petrolera, le entregó en comodato las instalaciones de la empresa a la cooperativa organizada por los trabajadores y pactó con ellos que la cooperativa recibiría un 23 % de toda facturación de la empresa MAPRINCA. La cooperativa se organizaría para llevar la gestión, establecería su sistema de remuneración, de beneficios sociales, etc.
La representante de CATERPILLAR en Venezuela, VENEQUIP, se inspiró en esa experiencia en Anaco e igualmente entregó en comodato sus instalaciones a las cooperativas que ahora se encargan de la gestión de las sucursales y áreas de la administración central de la empresa. La Alianza y el ganar-ganar se materializaron con porcentajes sobre la facturación de la empresa. En promedio acordaron un 60% para la cooperativa por la facturación de mano de obra en reparaciones y mantenimiento; 10% por alquileres de equipos; 4% en la venta de repuestos; 1% en la venta de equipos y 0,5% por cobranza. Además de esos elementos también se ha empezado a establecer acuerdos económicos por alcanzar metas en indicadores de gestión, como el de rotación de inventarios, tiempo de respuesta a los clientes, nivel de accidentes, etc. Igualmente las cooperativas como entes autónomos, en alianza con la empresa, deben establecer sus formas y modos de gestión, remuneraciones y beneficios sociales. En la junta directiva de VENEQUIP están empezando a participar los representantes de las cooperativas y se está en el camino de profundizar los mecanismos de esta alianza cogestionaria. La producción y la productividad han aumentado enormemente. Los trabajadores han recibido mucho más y la empresa está en plena expansión. El cambio es evidente. Todas las empresas (VENEQUIP y las cooperativas en alianza) ganaron.
Nosotros, los que estamos comprometidos por el desarrollo de una economía humana, participativa, base profunda de una economía productiva, construyendo por ahora, en "pequeño", aquello que queremos en grande, como contribución a una nueva sociedad solidaria, estamos concientes que sólo tenemos en este momento capital humano y conocimiento. No tenemos suficiente capital financiero para iniciar experiencias productivas de magnitud y tampoco propiedad de muchas tecnologías necesarias para el crecimiento de esta economía. Pero el Estado venezolano si las tiene, en especial en el sector energético y en los servicios públicos. También las tiene, en otra medida, el sector privado.
Creemos que el desarrollo del país puede producirse aceleradamente si estableciéramos alianzas entre el trabajo organizado en cooperativas, con las empresas del sector público y las del sector privado, en términos cogestionarios. La energía humana de todos se orientaría y canalizaría hacia la producción y el desarrollo en una alianza ganar-ganar y saldríamos de la confrontación implícita y explicita entre el capital y el trabajo. Mantener esa confrontación es lo mismo que pretender guiar en medio de una tormenta a un barco con el capitán y la tripulación peleando. Esa confrontación se da en las empresas públicas y las privadas. Los trabajadores de las empresas públicas y privadas se organizan en sindicatos para defenderse. El Estado establece condiciones mínimas como en el salario porque de otra manera los intereses de los dueños de capital, incluyendo al propio Estado, devastaría a los trabajadores. No son relaciones en donde ambos factores ganan. Lo que gana el patrón lo pierde el obrero y viceversa.
La ley de cogestión puede ser la oportunidad histórica para que se produzca un gran desarrollo productivo en nuestra Venezuela. Una gran oportunidad para ir construyendo un nuevo modelo de empresa en el sector público y también en el privado. Pero perderíamos la oportunidad histórica si en la ley nos limitamos a seguir en el mismo esquema del concepto capitalista de la empresa, sólo modificado con nuestra presencia en la cúpula de las empresas y en decisiones sobre la cadena de mando. Una nueva relación en las empresas es lo que necesitamos. Una nueva cultura en las relaciones y en la vida de las empresas. Las alianzas inspiradas en las experiencias que hemos reseñado, creemos que deben estar en la ley de cogestión como una opción importante.

Los cooperativistas fuimos impulsadores del término cogestión en la Constitución Nacional y también de lo que hoy está en la nueva ley de cooperativas:
“Cogestión y Autogestión con Entes Públicos y Privados
Artículo 39
Las cooperativas podrán establecer convenios con el sector público, el de la Economía Social y Participativa y el sector privado, para desarrollar modalidades de trabajo cogestionarias o autogestionarias.”

Ahora proponemos, partiendo de nuestras experiencias diarias de autogestión en nuestras cooperativas y con las de cogestión en alianza que venimos impulsando y desarrollando, que en la ley de cogestión se introduzca el concepto de alianza cogestionaria.
Con ese proceso de alianzas podríamos potenciar a PDVSA, otras empresas del sector público, el desarrollo de la seguridad social y la educación y muchas empresas del sector privado. Iremos construyendo así una nueva sociedad solidaria, productiva, con riqueza colectiva.

Luis Alfredo Delgado Bello
luisdelgado@cantv.net

Revolución y sociedades horizontales

Revolución y sociedades horizontales

Por Luis Alfredo Delgado Bello*

Es necesaria una revolución. La pobreza inhumana en crecimiento, las desigualdades sociales, las injusticias que nos rodean, nos obligan a proponernos por compromiso social, o al menos por sobrevivencia, caminos para cambiar nuestras sociedades. Casi por la inercia de nuestra cultura jerárquica tendemos a creer en que el motor de esa revolución o el camino para lograrla está en una revolución en el poder político. Imponerla desde arriba, desde “el poder”. ¿Podremos percibir el peligro de que una “revolución” que un grupo le imponga a otro se quedará en los mismos esquemas de dominación en sociedades jerárquicas excluyentes y que por consiguiente, en el fondo, todo seguirá igual? ¿Podremos, amigos, romper nuestros esquemas mentales y abrirnos a la posibilidad de que los caminos de la revolución pueden estar en otros procesos sociales, distintos a los que puedan darse en el ámbito político?.

Hicieron la revolución y no nos dimos cuenta. Por más que he buscado en la historia quién dio el golpe de estado, o cuál fue la insurrección o guerra para el nacimiento del capitalismo, no la he encontrado. Ni en Europa, ni en el continente americano. Revisé la historia norteamericana y encontré que la autoridad del rey inglés fue, en la práctica, sustituida por la idea de que el poder está en los ciudadanos reunidos en asamblea. Así funcionaron las colonias norteamericanas y esa idea poderosa del poder del pueblo reunido, de la comunidad, con un alto contenido en sus orígenes en planteamientos religiosos, gestó la independencia de los Estados Unidos y aportó las bases a la democracia que conocemos en esa nación. En esa historia, sin embargo, también me topé con otro pensamiento religioso que minaba la idea de la comunidad igualitaria: Si Dios te quiere te lo demuestra en la Tierra. Te da poder y riqueza, exigiendo tu trabajo individual. Las desigualdades no sólo son naturales, sino que, además, son la voluntad de un Dios para sus elegidos. En las mismas asambleas de los colonos norteamericanos no todos eran iguales por su riqueza y poder y esos hechos también marcaron el futuro de esa sociedad. La religión que inculcaba esas ideas tenía como estandarte otra idea dominante: la libertad. La libertad de interpretación de la Biblia, la libertad personal, la libertad de organización religiosa. ¿Cómo había surgido esa religión defensora de la libertad y la riqueza?

Busqué también en la historia la revolución que impuso la idea de la libertad y lo que conseguí fue que ya la libertad dominaba en la sociedad europea, como hecho social, cuando la libertad como hecho político se manifestó y que el pensamiento religioso de los protestantes, el de la libertad religiosa, era consecuencia de un hecho económico y no su causa inicial.

La libertad era la idea dominante de una minoría económica: la de los “buhoneros” de los feudos. A ellos no les servía la idea dominante de la economía feudal de obediencia y sumisión que expresaba la religión de Roma y que explicaba las relaciones de los siervos y de todo el conjunto social que habitaba en esos espacios. Ellos vivían en esas sociedades como marginales y eran vistos como un mal necesario. Se movilizaban de feudo en feudo, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, intercambiando mercancías y llevando a los feudos bienes que no se producían allá. La libertad, de movilización, de negociación, de pensamiento y la forma de obtener la riqueza como valor social, eran inherentes a ese grupo minoritario.

Con la liberación de las barreras que encerraban a Europa al final del período feudal, el comercio se convirtió en un eje de la economía y ese grupo minoritario pasó a ser el centro de la colectividad. La ideología de la libertad y la justificación de la riqueza individual se convirtieron en una necesidad imperiosa de la sociedad que crecía con nuevas bases. Aparece entonces una religión, la protestante, enarbolando la libertad. Ella es la que retroalimenta el proceso económico y social. Las naciones que asumieron esas creencias hicieron coherente su realidad económica con los procesos ideológicos y sociales que la acompañaban.

Toda esa tremenda revolución no fue impuesta por la vía política sino que los hechos económicos y sociales hicieron necesario que se reorganizara la sociedad política. El cambio de la lógica económica obligó a construir una sociedad coherente en lo político y lo social.

En esa apertura mental necesaria para replantearnos una revolución, ¿no deberíamos considerar que una fuerza social determinante que impulse los cambios hacia una nueva sociedad no jerárquica, horizontal, podría venir de un cambio profundo en los hechos económicos? ¿Que una nueva cultura de relaciones humanas y modelos de participación política pueden surgir en coherencia con la vivencia de relaciones económicas distintas, en una economía gestionada con procesos democráticos y asociativos?

Debemos oír crecer la hierba. Peter Drucker nos muestra que el 50% de las corporaciones norteamericanas tienen como dueños capitales colectivos, fondos de pensiones dirigidos en la práctica por trabajadores conocedores de la materia. Estos fondos no conducen las corporaciones y empresas, sino que las seleccionan para invertir. Según Drucker ya estamos en un postcapitalismo en donde las empresas son dirigidas, en realidad, por el poder del conocimiento, por el factor humano. Ese cambio profundo está acompañado con la ruptura de esquemas verticales de gestión que se correspondía con el poder personal de los dueños de empresa. La gestión horizontal, participativa es mucho más coherente cuando equipos humanos multidisciplinarios dirigen las empresas y cuando los cambios en el ámbito de la comunicación facilitan la gestión asociativa en dichas empresas, e instituciones. La asociatividad coherente con una nueva economía viene creciendo en todo el mundo. Ese desarrollo de empresas de gestión horizontal se manifiesta al constatar que hoy existen más de 2000 millones de ciudadanos en el mundo que formamos parte de empresas cooperativas y otras empresas de la Economía Social. Estas empresas, las genuinas, además de su importancia creciente en el hecho económico, vienen impulsando un proceso de transformación cultural, de educación y de aprendizaje de gestión empresarial y vida ciudadana. Ese cambio hacia la vida asociativa es la opción hacia la superación de la pobreza y las desigualdades. Ese cambio es el cambio que hace viable una revolución capaz de romper con el concepto jerárquico imperante y se orientada hacia el desarrollo de una sociedad horizontal.

* luisdelgado@cantv.net